Prensa Mindeporte
Bogotá, 18 de diciembre de 2024. En el cuadrilátero, Ana Sofía García Cano no solo lucha contra su oponente, también enfrenta sus miedos, sus límites y el eco de un pasado que parecía estar fuera de control. Esta joven, nacida y criada en el Quindío, llegó a los Juegos Intercolegiados con una sola misión: conquistar el oro y llevarlo de regreso a su tierra. Sin embargo, su verdadera victoria ya está escrita en su transformación como persona y deportista.
"Antes era alguien muy impulsiva", confiesa Ana Sofía. "Tenía muchas cosas en mi vida que no me aportaban. Pero el boxeo me cambió. Me ayudó a controlar mis emociones y a tener un propósito". Ese cambio no fue fácil. Desde el principio tuvo que "guerrearla", enfrentándose a deportistas de altísimo nivel, días de entrenamiento interminables y a renuncias que pocos estarían dispuestos a hacer. Porque para Ana Sofía, estar aquí no es un regalo, es el resultado de sacrificios enormes: tiempo con amigos e incluso esa vida social que para muchos jóvenes es imprescindible. "Pero vale la pena", asegura con una sonrisa. "Todo sacrificio tiene su recompensa".
En el ring, no solo pelea con técnica y fuerza; lo hace con la motivación de un sueño: inspirar a otros jóvenes y demostrar que las oportunidades están ahí para quienes luchan por ellas. "Los Intercolegiados nos abren muchas puertas. Nos forman no solo como deportistas, sino como personas", dice. Su orgullo al representar al Quindío es palpable. Cada golpe que lanza y cada movimiento que esquiva están cargados de un deseo más grande que ella misma: devolverle a su municipio el orgullo de un oro ganado con esfuerzo y pasión.
Pero no todo ha sido fácil. "A veces siento miedo", admite. Y es natural. Enfrentar rivales con experiencia y habilidades superiores puede desestabilizar a cualquiera. Sin embargo, Ana Sofía ha encontrado una clave que la mantiene firme: la confianza en sí misma. "Siempre habrá personas muy buenas, pero debemos creer en lo que podemos hacer. Esa es la clave para triunfar". Es una filosofía que la ha sostenido en los momentos más duros, cuando los resultados no llegan o las dudas acechan.
Ahora, a pocos pasos de la final, Ana Sofía está lista para darlo todo. "Vinimos a luchar, y me veo con el oro", afirma con una mezcla de humildad y determinación. Llevar esa medalla al Quindío sería el símbolo de una victoria mucho más grande: la de una joven que aprendió a canalizar su fuerza, a convertir sus impulsos en disciplina, y a transformar su vida a través del deporte.
En el corazón de esta valiente joven, el boxeo no es solo un deporte. Es una herramienta de cambio, una fuente de orgullo y un recordatorio de que, aunque el camino sea duro, las recompensas siempre llegan para quienes no se rinden.
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