Orlando Hernández es el entrenador de la delegación bogotana de lucha
Prensa Supérate Intercolegiados
En el 2004, Orlando Hernández llegó a nuestro país para quedarse. El potencial que vio en los niños y niñas, practicantes de lucha, y el amor, está casado con una colombiana hace 10 años, lo llevaron a erradicarse en Bogotá. Su espíritu de maestro lo llevó a la localidad de Kennedy para convertirse en el entrenador de la escuela de lucha.
Desde su llegada, Hernández, de 54 años, se propuso enseñar los lineamientos de la escuela cubana, cuna de 13 medallas olímpicas y 60 medallas mundiales, con el fin de impulsar un semillero de campeones. "Estoy muy contento de estar en Colombia, tratando de contribuirles lo especial que los colombianos han sido conmigo", dice sonriente el ex-luchador y padre de 3 hijos.
Su cariño por esta Nación es evidente. Se siente como un colombiano más y por eso trabaja diariamente para aportarle más que enseñanzas deportivas, una formación íntegra. Su instrucción se basa en la fundamentación rusa. "Esa fue la primera escuela que tuvimos nosotros, primero aprendimos a ser personas y a ser agradecidos. También los valores, a ser buenos estudiantes y a la vez, el amor por la bandera y los colores. Yo promuevo todo eso porque siento un compromiso con nuestra Colombia".
Al dos veces campeón del mundo, en 1989 (Corea) y en 1990 (Japón), solo le faltó una medalla por ganar en su carrera deportiva: un título olímpico. Y aunque lo buscó incansablemente, factores externos hicieron que esa ilusión se extinguiera en dos oportunidades. Formó equipo para las justas de Los Ángeles (1984) y Seúl (1988), pero el sueño se acabó antes de luchar. En esas dos ediciones, Cuba no participó por problemas políticos.
Esa frustración también lo llevó a convertirse en entrenador. Con su grupo de Kennedy ha competido en dos Juegos Olímpicos de la Juventud (Singapur y Nanjing) y desde ya busca su tercera participación. "Yo digo que la tercera es la vencida, espero que en Argentina 2018 pueda ganar una medalla olímpica con un grupo de niñas muy buenas que tengo en este momento", dice emocionado Hernández.
Con tan solo 10 años, Orlando se sumergió en el mundo de la lucha. Hay quienes dicen que los cubanos están programados para ser campeones mundiales y olímpicos, y él no quiso desentonar. El apoyo desde sus primeros años hizo que conquistara los principales podios y por eso sabe cuál es la labor que debe emprender en nuestro país.
"Desde chiquito me enseñaron que las medallas para toda la vida son las olímpicas y las mundiales. Fue una alegría muy grande cuando yo gané porque te ponen el himno de tu país y uno llora. Es algo muy bonito y eso es lo que yo le inculco a ellos", reconoce Orlando Hernández y agrega que "mi sueño es tener concentrados a los deportistas desde la base. Sí se logra eso en Colombia, va a haber muchos campeones mundiales", pronostica sin titubeos.
En esta edición de la final nacional de Supérate Intercolegiados, el ‘coach’ cubano tiene una nómina de 6 deportistas y sin temor a equivocarse, confía en ganar igual cantidad de medallas doradas. "Yo estoy súper contento con este programa porque es el gancho que tengo, los ganadores tienen asegurada la universidad y eso es muy importante para esta generación. Yo he proyectado mucho este Programa para mantenerlos concentrados el año entero y que no tengan ninguna preocupación. Yo quiero mucho a Colombia y soy agradecido con este país, por eso hay que invertir en la lucha y aquí, en Supérate, comienza todo".
Su objetivo también es la creación de centros de perfeccionamiento y alto rendimiento, no solo en la capital de la República sino en cada rincón de Colombia. "Todo comienza en la base, hay que inculcarles desde niños que pueden ser campeones. Este deporte tiene muchas cosas lindas, pero lo principal es que forma el carácter, enseña a defenderse y sobre todo, promueve una mentalidad ganadora", concluye.