Prensa Mindeporte
En la final nacional de los Juegos Intercolegiados 2024, la disciplina de tenis de campo brilló con una dupla inolvidable: Hasley Molina González y Laura Sofía, ambas de 15 años y representantes de la liga de Cundinamarca. Aunque cada golpe, saque y estrategia en la cancha pareciera planificado con precisión quirúrgica, detrás de su sincronía perfecta hay una historia de amistad, esfuerzo y hermandad que las convirtió en protagonistas de una jornada emocionante.
"Nos conocimos a los 14 años y desde nuestra primera experiencia en dobles sentimos que teníamos algo especial", comenta Laura Sofía con una sonrisa. Su amistad comenzó casi por casualidad, cuando decidieron formar un dúo para un torneo local. No sólo ganaron, sino que descubrieron que juntas eran imparables. "Es como si pudiéramos leer los pensamientos de la otra", añade Hasley. Esa química no se quedó en las primeras competencias; con los años, la práctica y su confianza mutua las han hecho entenderse sin necesidad de palabras.
En la cancha, tienen roles claros. Una se posiciona en la red, alerta a cualquier oportunidad para cerrar puntos, mientras la otra cubre el fondo, buscando los espacios perfectos para atacar. "Sabemos cuándo una no va a llegar, y la otra simplemente aparece. Es algo que va más allá de la técnica; es pura conexión", explica Laura.
Para ellas, el tenis femenino tiene una esencia distinta. "El tenis masculino es de fuerza y potencia, pero el femenino es más táctico, más de consistencia y estrategia", comenta Hasley. Sin embargo, ambas reconocen que el camino no siempre ha sido equitativo. "El tenis masculino se lleva la mayoría de los reflectores, pero nosotras estamos demostrando que también podemos brillar".
Han sentido el apoyo de sus compañeros y rivales, sobre todo en las categorías mixtas, donde la colaboración y el respeto entre géneros fueron evidentes. "Fue bonito ver cómo los chicos nos animaban y nosotras a ellos. Así debería ser siempre, una hermandad que rompa las diferencias", reflexiona Laura Sofía.
Ambas coinciden en que estar en los Juegos Intercolegiados no sólo es un honor, sino una responsabilidad. Para Laura, fue su primera experiencia en un torneo nacional, un sueño que llevaba años persiguiendo. "Al principio sentí presión, pero luego entendí que esto era para disfrutar, para mostrar lo mejor de mí". Por su parte, Hasley resalta la emoción de representar no sólo a su delegación, sino también a su familia, su colegio y sus amigos.
"Cada partido fue una batalla. No importaba si perdíamos o ganábamos puntos; lo importante era luchar con el corazón", dice Hasley, mientras Laura asiente emocionada. Los cuadros estuvieron llenos de desafíos, pero su consistencia y determinación las llevaron lejos, dejando una huella en el torneo.
Más allá de los resultados, la historia de Hasley y Laura Sofía es un recordatorio de lo que significa trabajar en equipo, apoyarse mutuamente y superar barreras juntas. No sólo son una dupla de tenis, sino una representación de lo que la amistad y la hermandad pueden lograr en el deporte. Al despedirse del torneo, ambas dejan claro que su misión no termina aquí. Quieren inspirar a más niñas a tomar la raqueta, a creer en sus habilidades y a soñar con llegar lejos. "El tenis femenino merece más visibilidad, y nosotras estamos aquí para demostrarlo", concluyen con determinación.
La cancha de los Juegos Intercolegiados no sólo las vio jugar; las vio escribir una historia de esfuerzo, sueños y, sobre todo, compañerismo.