De una tierra humilde, con recursos económicos limitados, hasta la altura de la capital colombiana para competir en la gran final por el Vichada en los Juegos Intercolegiados.
Prensa Mindeporte
Bogotá, 28 de mayo de 2024. Casuarito, un corregimiento perteneciente al municipio de Puerto Carreño es un pueblo donde la esperanza y los sueños se tejen con la misma fuerza con la que el río Orinoco fluye. Allí vive Jhojan Fernando Cardozo Pérez, un joven que ha encontrado en el Tenis de mesa no solo un deporte, sino un camino hacia nuevas experiencias.
Nació en el municipio de Samariapo, en Venezuela, pero fue el verde de la tierra ancestral del Vichada el que conquistó el corazón de sus padres. En la actualidad, como primogénito de los Cardozo Pérez, lleva con orgullo los colores amarillo y verde de este departamento.
A sus 15 años, esta es la segunda vez que compite en los Juegos Intercolegiados. En la edición del 2023 logró llegar a la final nacional, un hito que no solo resalta su habilidad en el tenis de mesa, sino también su espíritu competitivo.
Aunque es un deportista poco expresivo, el hablar de la raqueta hace que se llene de orgullo y que se le dibuje una sonrisa en su rostro. "Inicié a practicar este deporte hace como cuatro años. Había una mesita allá toda destartalada en mi colegio. Yo miraba que unos estudiantes de grado 11 jugaban, me gustó, me motivé y aquí estoy, compitiendo en una final", afirma.
En la Institución Educativa Antonia Santos, Jhojan cursa décimo grado. Su determinación y disciplina en el tenis de mesa lo han llevado a la capital colombiana, donde, hasta que termine su competencia en la final 2023, se hospeda en un hotel que le ofrece atenciones y comodidades en alojamiento y alimentación, una experiencia que contrasta con la sencillez de su vida cotidiana.
Aunque no tiene claro si el tenis de mesa será parte fundamental de su futuro, Jhojan reconoce la importancia de estos juegos en su vida: "Estar acá es una maravilla, la verdad es que son muy importantes, ya que esto nos motiva como estudiantes, como personas, como adolescentes. Nos hacen vivir nuevas experiencias, y para nosotros que venimos de una región tan lejana, nos trae también a conocer nuevos lugares y personas", afirma.
Otras de sus pasiones a la par del tenis de mesa son la Arqueología y la Ingeniería Ambiental, pues tanto en el deporte como en el estudio se necesitan valores como determinación, constancia y esfuerzo.
Cardozo quiere dejar la bandera de Vichada en lo más alto del podio mientras persigue su pasión por la naturaleza y su deseo de servir a su comunidad. Por eso desea continuar con su carrera deportiva, pero sin descuidar sus estudios. "A nosotros nos dan un técnico en turismo. Somos privilegiados por tener muchos parajes naturales, entonces mis papás me han ido aconsejando que sería bueno estudiar esto (Ingeniería Ambiental), dicen que es bueno aprovechar ya que tiene que ver con el ambiente, algo que también me gusta mucho", afirma con orgullo por vivir en el segundo departamento más extenso del país, con sus 100.242 km2.
La vida de Jhojan está marcada por la influencia de su familia: un padre trabajador, Fernando; una madre dedicada al hogar, Gloria, y sus 3 hermanos menores: una niña de 12 años y sus "morochitos", como llama a los mellizos de 7 años. Ellos también siguen sus pasos en el mundo del deporte, pero en otras disciplinas.
Cuando Jhojan habla del "pollo", uno podría pensar que se le hace agua la boca, ya que el brillo en sus ojos ilumina el espacio, revelando sin mencionarlo, que es su comida favorita. Para este joven vichadense por adopción, la comida que su madre prepara con tanto amor es algo que disfruta día a día. "Nunca hay plato malo", afirma con una sonrisa.
La ranchera y los corridos son su música favorita, y aunque ve el canto como un pasatiempo, es evidente que Johan tiene una voz que no solo entona canciones, sino que también sirve de inspiración para otros jóvenes, animándolos a aprovechar las oportunidades, vivir plenamente y perseguir sus sueños, sin importar cuán lejanos parezcan o cuántos kilómetros los separen de ellos.